En este libro, hermano suyo de otro muy anterior: “Mis paseos con Chica”, el narrador muestra la amenidad y la sencillez de un clásico y una perfecta simbiosis de cultura francesa y española, así como un humanismo profundo con inquietud por todos los seres humanos, por los animales y por la naturaleza en general.
La sinopsis ya nos sitúa en ese territorio oscuro tan querido por los lectores: el padre Abraham Van Helsing, anciano jesuita que sobrevivió a los campos de exterminio nazis, rescata el fondo documental de su abuelo, un teólogo de fama. Con ellos construye el recorrido ancestral de su familia, empujada hacia la fatalidad en la lucha incesante con una persona que para esquivar la muerte se convirtió en un demonio.
Una novela que se lee con una fluidez exquisita y, aunque el lector siente a veces que lo que ocurre tiene visos de inverosimilitud, la realidad que vivimos, y que nos ha superado intelectual, técnica, científica y logísticamente nos ha superado; y, sin embargo, aquí estamos: impávidos y arrobados sin saber qué hacer.
Sur es una magnífica novela, llena de brillo y de tensión.
La última y riquísima aportación a este debate, es la realizada por el profesor de la Universidad de Málaga, Francisco Morales Lomas (Jaén, 1960). Bajo el título de “El hilo de Ariadna”, subtitulado “Literatura y crítica contemporáneas”, aporta 696 páginas de ejercicio de teoría literaria de muy apreciable nivel intelectual.
El título elegido para la edición española es infinitamente más acertado que el de la edición inglesa, Flights, porque Los errantes es una obra sobre el movimiento, la migración, el desplazamiento, todo ello entendido de una manera literal o metafórica.
El mundo de la publicidad absorbe todo: “Aunque no te des cuenta estamos siempre cerca de ti. Nuestro mejor regalo es conocerte. Hacemos tu compra más fácil”.
La muerte de Juan Lorenzo le permite crear una alegorización de la naturaleza que posee mucho de idealización vida/muerte en un ámbito que procede directamente de esa tradición de transubstanciación muy presente desde el Medievo.
Hay un discurso moral en su modo de ser, pero también un discurso vital que nos permite sentirnos identificados con muchas de las ideas que transmite.
En esa búsqueda de la identidad ajena y propia, en ese caminar hacia su verdad poéticas, Paloma Fernández nos deja estos versos: «Desprenderte de tu doble será un ejercicio de autocrítica / que lleva como archivo adjunto una única cuestión: / sé tú mismo».
Ella, presente, / aunque no la veamos. Y así, lenta, / como las secas hojas del otoño, / como la noche o muerte que la ampara, / cae sobre el blando sueño de la tierra».
Escribía Antonio Machado que: “algunas rimas revelan muchas horas gastadas en meditar sobre los enigmas del hombre y del mundo” y es esa la razón última que explica el hecho poético de nuestra autora: su voluntad de conocimiento, de búsqueda, de indagación del sentido finalista de las cosas y de los acontecimientos cotidianos.
“Weblog del tiempo”, su más reciente entrega, es un gran poemario desde el brillante prólogo de Alberto Torés hasta el fin. Paloma Fernández Gomá trae en sus versos con tanta delicadeza y sutilidad sus evocaciones, que el lector las comparte en seguida.
“Desgracia” no es sólo una mera crónica de la infamia y su oscuro tósigo, sino una mirada fundante que crece y magnifica en la depurada meditación o en la vaporosa intuición, antes que en la afirmación, el testimonio o la ilación. “Desgracia” Es el “llanto blanco de las gaviotas” con el que expulsar todo el mar, su agonía y su veneno, corolario de uno de los poetas más imprescindibles de su generación y que con esta entrega demuestra haber alcanzado aquello que dijera Dante: “Quien sabe del dolor, todo lo sabe”.
Una obra que nos acerca a un escritor extraordinario, con un fecundo recorrido, poseedor de una obra tocada por la magia de la palabra suma, vitalista, armoniosa, recamada de luz y abisalmente humana, propia de una brillante personalidad literaria que impregna toda su creación de un intenso y decidido humanismo solidario.
Antonio Enrique simboliza la elevada honestidad y la honda lealtad con la vocación poética; en definitiva, el necesario compromiso con la palabra y con la vida que debe imperar en todo legítimo creador que pretenda serlo.
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