Por Inmaculada García Haro
EL AIRE DIVIDIDO
ANTONIO DÍAZ MOLA
Rialp, Colección Adonáis, 2024
El aire dividido (Rialp, Colección Adonáis) es la segunda entrega poética del joven poeta malagueño Antonio Díaz Mola (1994), con el que ha sido galardonado con un Accésit del Premio de Poesía Adonáis en su 77ª edición, un auténtico y precoz prodigio, teniendo en cuenta que, en 2020, con Apostasía (Pre-Textos), su primer libro, obtuvo el XII Premio de Poesía Radio Nacional de España y, con anterioridad, alguno de sus poemas obtuvieron otros galardones. Graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga, es Becario de Investigación del Plan Propio de la Facultad de Filosofía y Letras de dicha Universidad en el Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y su carrera literaria no ha podido empezar de mejor manera. Pero Díaz Mola no es un fenómeno aislado, sino que pertenece a una emergente generación de poetas malagueños, dignos herederos de las grandes figuras de la poesía española contemporánea que colocaron a Málaga en el mayor referente de la poesía de nuestro país: es la Generación Reset, tal y como la bautizó Pedro J. Plaza, uno de sus componentes.
Los 36 poemas de que consta el texto se distribuyen en tres partes: El aire dividido (28 poemas), Dos sextinas (2) y Escenas de nocturno (6),nos muestran a un poeta de una gran madurez técnica que se centra en dos temas universales y, probablemente, los más frecuentes en la factura poética: el amor y el tiempo. Según Gámez Millán: El amor, en sus múltiples rostros, es uno de los sentimientos más universales. Ya sea como una sublimación del instinto sexual (Freud), ya sea como sentimiento de reprocidad y simetría aprendido culturalmente. En cualquier caso, como afirmaba Luís María Ansón, [1], hay pocos sentimientos, incluyendo su sombra, el desamor, que hayan motivado tantos poemas.[2] La segunda temática subyacente, el tiempo, no solo se presenta como un fin en sí mismo sino, más bien, como un aliado de ese amor que lo trastoca, todo ello en un claro ejercicio de actualización de estereotipos en escenas cotidianas. Poemas como El semáforo, que hace referencia a un objeto banal e intranscendente, es sublimado para entender como el sentimiento amoroso transforma una insolente espera en infinitud plena: Señal de los semáforos / tan verde y tan precisa. Dadnos más. / Más viento que alborote el pelo,/ más niebla mitológica, / más combustible en coches hacia dónde. / En estatuas soportando la erosión / nos hemos convertido.
Pero es, sin duda, el poema Regalo de un instante, uno de los mejores poemas del libro según el propio autor, tal y como declara en la entrevista que Javier Gilabert le realiza para Culturamas[3], donde establece un juego en el que el tiempo es elevado a cotas metafísicas pero, a su vez, reducido y escanciado a un instante. Algo tan material como un reloj de pulsera derrama el tiempo a la cotidianidad, no por ello restando elevación a lo expresado y potenciado por el sentimiento amoroso: Me prestas tu reloj / a cambio de palabras / para que algo ocurra / en la constelación de las esferas.
Las dos sextinas que nos regala el autor elevan el tono del sentimiento amoroso que va en crescendo hacia la última parte del poemario donde Eros reina libremente. Esta forma poética que, a juicio de muchos expertos, es la más compleja de la métrica tradicional es, sin lugar a dudas, un homenaje a uno de sus maestros, el que fuera su profesor en la Universidad de Málaga, José Lara Garrido, gran poeta y erudito. En particular la segunda es destacada por él mismo y cuenta con estrofas tan elevadas como éstas:
Dos sombras fusionadas. Las paredes
–pantallas del ingenio– ofrecen nada
(o todo) según quieran estas horas
de luz y sexo y voces sin distancia.
Cambiamos de postura en tanta noche
que noto a más personas en mi cuerpo.
En losúltimos poemas agrupados bajo el epígrafe Escenas de nocturno, con el significativo preámbulo de unos versos de Quevedo, que delatan la influencia de los clásicos en su obra, Díaz Mola nos muestra una visión poética de la sexualidad plena de sutileza y de contrastes pues sus versos tamizan, como velos traslúcidos, la realidad de su pulsión sin tapujos. La alternancia de endecasílabos y heptasílabos, y el uso menos frecuente de alejandrinos, continúan recordándonos sus referencias que, a veces, aluden a otras artes, como la música, para contextualizar la escena: Te vas quitando el polvo / de este día que late por la noche./ Una cadencia en vilo, desbordante, / una bañera grande para dos. / Desnudos con la música / De Schubert.
Sin embargo, en estos versos continúa manteniendo el mismo hilo conductor de todo el poemario, el amor y la sexualidad exentos de una superficialidad impuesta como moda. En este sentido Rainer María Rilke ya afirmaba: tomar el amor en serio y padecerlo y aprenderlo como un trabajo, esto es , Friedrich, lo que le hace falta a los jóvenes. La gente también ha malentendido, como otras tantas otras cosas, la posición del amor en la vida; lo han hecho juego y diversión, porque creían que el juego y la diversión son más felices que el trabajo…[4] Y es esta misma intención que observa el lector o la lectora la que pretende el poeta que afirma que lo que quiere lograr en ellos es Sobre todo, el efecto universal de haber experimentado la potencia del amor,..[5]
[1] Ansón, Luís María. Antología de las mejores poesías de amor, Barcelona, Plaza y Janés, 1998.
[2] Gámez Millán, Sebastián. Lo que se de Eros. Concepciones del amor en la Poesía Hispanoamericana Contemporánea. Málaga, ediciones Algorfa, 2024.
[3] CULTURAMA: https://www.culturamas.es/2024/06/18/antonio-diaz-mola-el-amor-nos-perfecciona/
[4] Texto citado por Sebastián Gámez Millán en Lo que se de Eros. Concepciones del amor en la Poesía Hispanoamericana Contemporánea. Málaga, ediciones Algorfa, 2024.
[5] CULTURAMA: https://www.culturamas.es/2024/06/18/antonio-diaz-mola-el-amor-nos-perfecciona/