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INTUICIÓN Y BÚSQUEDA

Por Fuensanta Martín Quero

Desde esta orilla/Von diesem ufer

Alice Wagner

Libros ENCASA

En una edición bilingüe español-alemán, cuya portada viene ilustrada por una bella pintura de la propia autora del libro, Desde esta orilla/Von diesem ufer (Libros ENCASA. EDICIONES Y PUBLICACIONES, 2022), Alice Wagner nos ofrece un conjunto de cincuenta y cinco poemas breves (la mayoría de ellos constan de cinco, seis y siete versos), con la excepción del poema XXXIV formado por veinte, que constituyen pálpitos de emociones que vibran en instantes de contemplación desde la orilla desde la que el sujeto poético se halla. Emoción procedente en ocasiones de lo sensorial y a menudo de una posición reflexiva que indaga dentro de sí misma mediante el lenguaje poético y la prerrogativa que este nos otorga a los/as poetas de manifestarnos con la amplitud (por inconcretas) de las sugerencias. A través de estas, del decir-no decir sin explicar, la autora se deja llevar por la palabra para expresar aquello que es de todo inexpresable en la comunicación normal carente de recursos y de extrañezas lingüísticas.

Esa orilla en la que se encuentra el sujeto poético no siempre es física, es decir, el punto de partida de ese fragmento de mar que la autora percibe desde su terraza, sino que, incluso cuando este es observado por ella, se halla ante una dimensión no material como es la presencia del pasado, la memoria configurada como el presente de las cosas pasadas tal como san  Agustín la concebía en el libro IX de su obra Las confesiones; del futuro incierto, o un mundo inmaterial que constituye su propio mundo caracterizado por el anhelo de descubrir los enigmas que encierran la existencia humana. El sujeto poético se encuentra en un espacio propio, un territorio de observación, un lugar desde el que se capta la perspectiva de otro espacio, unas veces exterior (sobre todo la contemplación del mar) y la mayoría, interior. De ahí que los vocablos referidos al campo semántico del mar no siempre aparezcan en los versos, si bien con frecuencia «la otra orilla» se sobrentiende en la mirada reflexiva y emocional de la que nacen.

Cierta desazón se deja entrever o se evidencia frecuentemente: el helor de un  futuro impredecible («¿A dónde vais, bandadas de aves rosa,/tan veloces?/El invierno está allí,/en la otra orilla…»), la imagen del mar como sepultura de personas que procedían de otras tierras y que no pudieron alcanzar la orilla deseada, en una clara alusión a la inmigración con final trágico en aguas marinas («ya duermen en la fosa de tu Estrecho,/brazos suplicantes»); a menudo es simplemente espejo de sus emociones positivas o negativas pero de origen inespecífico («Ebrio de lamentos y llantos,/confundes la bonanza,/y encabritas al viento») o de las angustias pasadas que se transmiten en el agua y «un escalofrío (…) se confunde con los ácueos». Sin embargo, «La cara y la cruz de la existencia/ya duermen en tu vientre», dirá en el poema XIII, porque un hálito de esperanza surge a menudo en sus versos como un deseo de aferrarse a la faceta amable de la existencia. Por ello en un «día jubiloso» «Los delfines entonan/viejos himnos del ATLANRÁNEO», vocablo creado por la autora mediante la contracción de ‘Atlántico’ y ‘Mediterráneo’. Como afirma el poeta Antonio Romero Márquez en el prólogo que precede a los poemas, «En la poesía de Alice Wagner existe una voluntad de resistencia más que de huida» (pág. 9). 

La riqueza léxica es palpable en este libro, como lo es también la utilización de metáforas mediante bellas imágenes intuitivas («Andamos al acecho del trino del algún pájaro») o también esclarecedoras, por ejemplo cuando concluye el poema XXVIII con el verso «Mariposa atrapada por arañas», para significar que el sujeto poético está encorsetado por el cansancio y la oscuridad en el camino vital, lo que le impide ser libre. Es este otro de los anclajes metaforizados de los que parte la poética de este libro: un planteamiento filosófico que subyace y que emerge en los versos sobre los límites de la libertad del ser humano condicionado por las imposiciones de la vida y por su incapacidad para captar el «Todo», entendido como plenitud circular que tiene su morada en el mundo «lleno de perfectas imperfecciones», como expresa su autora en esta magnífica y profunda paradoja (poema XVI). Los planteamientos filosóficos surgen a través de la palabra poética como vía para intentar llegar a un conocimiento más certero de la existencia y del tiempo, y esto recuerda en cierto modo al discurso sobre la razón poética desarrollado por María Zambrano. Por otra parte, la filósofa veleña afirmó en su artículo «¿Por qué se escribe?», publicado en el número 32 de la Revista de Occidente en 1934 e incorporado en su libro Hacia un saber sobre el alma (1934, Alianza Literaria), que «Escribir es defender la soledad en que se está; es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo (…), en que precisamente por la lejanía de toda cosa concreta se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas .[i] Es esa soledad que a Alice Wagner le permite tomar distancia ante un mar físico y simbólico a la vez, con objeto de poder adoptar la perspectiva necesaria para la observación. Desde su espacio interior afirma en el poema XXVI: «Ciega/ante el camino que bordea mi libertad». Obsérvese que un solo vocablo («Ciega») constituye por sí mismo un verso como recurso para focalizar la idea de oscuridad, la incomprensión de ese camino vital que le impide ser libre. 

Como las olas marinas, existe un vaivén en el decir de la autora, una bipolaridad oscilante entre la emoción atribulada («lo que encendió mi fuego de mí huye») y un optimismo vital, a veces procedente de la fantasía, de los sueños, del silencio («Hoy bendigo el silencio/que permite que viva, piense,/me estremezca») o de la rememoración del lugar de su infancia y adolescencia en otras tierras (Alhucemas), concretamente en el poema XXXIV, que es el más largo del libro con veinte versos, y en el que los recuerdos son expresados con un rico y conmovedor lirismo.

Con una hábil disposición de los poemas, el último de ellos es concluyente de todos los anteriores desde el primer verso: «Surge el fuego interior que busca». Menciona a Pangea (metáfora de tierras o de orillas unidas) «en la que habiten sonrisas de plenitud» (…) «donde la penumbra mental no exista», para finalizar con la imagen del «nómada virtuoso/ que venga de la otra orilla…». Es decir, de ese territorio que se encuentra al otro extremo de la suya propia. Verso que cierra con puntos suspensivos en un nuevo alarde de sugerencias característico de este bello y profundo libro. 

Desde esta orilla es un poemario intuitivo y reflexivo, sosegado y vibrante, cuya autora, Alice Wagner, no necesita ninguna declamación egotista tan utilizada en los tiempos que corren, porque la gran calidad literaria de su poesía, por sí misma, se abre paso.   


[i] ZAMBRANO ALARCÓN, M. (1934). Hacia un saber sobre el alma. Alianza Literaria.  Ap. GONZÁLEZ BARBERO, Ignacio. (28 de agosto de 2016). “María Zambrano: «Por qué se escribe». Revista Culturamas.