Creo que es una novela a la que no le falta interés y puede ser atractiva para aquellos jóvenes actuales que desconocen muchas de las circunstancias históricas de nuestro país. Desgraciadamente la enseñanza en España ha dejado mucho que desear. Pérez Azaústre al que le sobran recursos, lo consigue notablemente. Ha creado un magma denso, creíble.
Ruiz Montáñez es un escritor más que solvente, preocupado por el idioma y el cuidado del texto y la trama, y que no se empreña en la fórmula del bestseller, sino en cuajar una buena historia. Un gran novelista que gusta de tejer buenas historias, bien escritas. Simple y fundamental.
Se trata de un relato narrado con auténtica exquisitez a través de un lenguaje profundamente cuidado, buscando las palabras precisas, alejadas del artificio pero una carga semántica y metafórica importante.
Martínez López ha logrado crear una buena novela que fusiona lo público con lo privado y el amor a uno de los genios del XX, Albert Einstein. Las breves secuencias y la abundancia de unos diálogos muy bien conducidos poseen todos los principios para la conformación de una novela cautivadora que imprime tensión y suspense hasta las últimas páginas.
Temas como la incomunicación también están presentes, la traición, el amor/desamor, problemas familiares, sociales, laborales… Con estas teselas ha querido construir una especie de radiografía de la sociedad actual en la que el escritor es una especie de entomólogo que se sitúa ante esos seres humanos, a veces, seres kafkianos, para mostrarlos desnudos en sus menudencias, excrecencias, simplezas o desolaciones particulares.
Con este libro Landero nos lleva nuevamente al asombro de ojos de luna que reside en las entretelas del niño, tanto en el que fue como en el que se imagina, eso no importa. Todo es niñez.
Las divide De Villena en nueve círculos conforme avanza el tiempo, desde una infancia idílica para Arturo y frustrante para Margarita, indicándonos, acaso, un descenso a los infiernos dantescos, espectadores ambos personajes de un deterioro social progresivo que se manifiesta en él, hijo de familia acomodada, en un gradual disgusto por una sociedad a la que ve pudrirse desde dentro, y en ella, hija de trabajadores, en un ascenso político y su correspondiente emporcamiento en la corrupción.
El asunto estriba en que me hace disfrutar a mí y, seguro, a todo posible lector. Si este ama a Granada y la ha galanteado como él hace, mejor. Pocos libros se han escrito tan poéticos como este, con palabras arrobadas de amor y rencor por esta ciudad. Y se han escrito pocos porque es difícil amar tanto.
El ritmo estrófico, la melodía de la rima y una buena dosis de ternura y humor, son ingredientes que atrapan a los lectores y los hacen empatizar con la protagonista en el empeño de lograr su sueño.
Más allá de lo pintoresco de los diferentes relatos, donde se asiste al fenómeno zombi o al canibalismo, cada uno de ellos establece las causas de una realidad dominada por la miseria, la desigualdad, la moral represiva impuesta por los europeos.
El libro es un deslumbramiento, un canto al milagro que nos rodea, un viaje por paisajes mediterráneos o sierras insólitas y excepcionales como las Alpujarras o las sierras de Málaga o de las Nieves, donde habita la manzanilla junto al espliego, la amapola roja o los blancos arrayanes.
Su brillantez, real y no fantasmagórica, le ha proporcionado una más que suficiente autonomía para escribir este testamento lírico, al amparo de un texto genuino, valiente y arriesgado, dotado de cierto aire de rebeldía frente a formalismos y convencionalismos, que confiere al libro una singular apuesta que viaja por el recuerdo, el tránsito vital y las inmutables huellas de lugares y personas que han conformado y conforman el magma existencial del poeta.
El poemario se constituye y eleva en testamento de un visionario, un espía de dios, escrito en una noche de tránsitos, de iluminación, para revelarnos que la eternidad acampa en el reconocimiento de la identidad, de todo aquello que somos y de lo que subsistirá tras el breve éxodo vital: “estuvimos y estaremos”.
Sí, un alma joven que, a su vez ha recorrido una enorme Geografía, título del que, a mi parecer, es uno de los mejores poemas de esta entrega lírica, donde el poeta abona la tierra fértil de la poesía sin límite: “Esta es la tierra del dolor, la tierra / donde las raíces son puñales ciegos, / y la piedra helada / donde el agua cabalga sin reposo.”.
La temática del poemario es diversa y abierta como lo es su título pues son muchas las semillas que el viento esparce. El paso del tiempo está presente como un hilo conductor en todo el libro y cuenta con poemas muy significativos como Es algo que pasa con los años, con versos a veces descarnados como: “reconocerte al menos en el espejo /aunque ya empieces a ser/ un despojo de ti mismo”. Los homenajes, que cuentan con apartado propio, extienden la temática metalingüística hacia autores y autoras (César Vallejo, Cernuda, Whitman, Brossa, María Victoria Atencia, Mohamed Chukri, etc.). Eros y Thánatos, oxímoron de larga tradición en la literatura y el arte, asoman en sendos apartados.
“La poesía de Morales Lomas nace de la conciencia de la palabra y de la emoción discursiva en su neorromanticismo cívico, con el hondo magma del Humanismo Solidario como guía, para satisfacer la empatía del lector”.
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