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TIEMPO DE ECLIPSE Y EL PREMIO DE LA CRÍTICA

Martínez López ha logrado crear una buena novela que fusiona lo público con lo privado y el amor a uno de los genios del XX, Albert Einstein. Las breves secuencias y la abundancia de unos diálogos muy bien conducidos poseen todos los principios para la conformación de una novela cautivadora que imprime tensión y suspense hasta las últimas páginas.

LA NARRATIVA BREVE DE ISAAC ROSA

Temas como la incomunicación también están presentes, la traición, el amor/desamor, problemas familiares, sociales, laborales… Con estas teselas ha querido construir una especie de radiografía de la sociedad actual en la que el escritor es una especie de entomólogo que se sitúa ante esos seres humanos, a veces, seres kafkianos, para mostrarlos desnudos en sus menudencias, excrecencias, simplezas o desolaciones particulares.

LA MEMORIA INSTINTIVA DE LUIS LANDERO

Con este libro Landero nos lleva nuevamente al asombro de ojos de luna que reside en las entretelas del niño, tanto en el que fue como en el que se imagina, eso no importa. Todo es niñez.

LA HISTORIA A RAS DEL SUELO

Las divide De Villena en nueve círculos conforme avanza el tiempo, desde una infancia idílica para Arturo y frustrante para Margarita, indicándonos, acaso, un descenso a los infiernos dantescos, espectadores ambos personajes de un deterioro social progresivo que se manifiesta en él, hijo de familia acomodada, en un gradual disgusto por una sociedad a la que ve pudrirse desde dentro, y en ella, hija de trabajadores, en un ascenso político y su correspondiente emporcamiento en la corrupción.

ELOGIO DE LA LECTURA

Los aforismos de Canet buscan siempre dialogar con el lector, proponiéndole que sea este quien cierre el argumento, lo discuta o lo acomode a su antojo, huyendo siempre de las máximas o sentencias que en otras épocas fueron un signo distintivo del género.

LA MIRADA OBLICUA DEL FLÂNEUR

Y este libro de Víctor Jiménez nos invita precisamente a eso, a convertirnos en flâneurs, nunca en simples mirones asimilados a una multitud que hoy está en las más laberínticas, si cabe, avenidas del ciberespacio, a salir a la calle con los ojos abiertos, a caminar sin prisa y a observar como una forma de resistencia ante el fuego de artificio con el que se nos muestra una realidad que creemos entender en nuestra ceguera blanca.