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GARCÍA MONTERO Y UN AÑO Y TRES MESES

Por F. MORALES LOMAS

Un año y tres meses

Luis García Montero

Tusquets, 2022

El fallecimiento de la gran escritora Almudena Grandes le ha permitido a su compañero Luis García Montero escribir una elegía de excepción que se aleja de esos discursos elegíacos tan propensos al desafuero. En su contención y en el ejercicio del logos, de la búsqueda expresiva que encaje palabras y sentimiento podemos hallar un corolario certero, noble y siempre delicado ante la vastedad de la muerte y su ominosa presencia.

Son las palabras las que forjan el imperio del espíritu, su ánima, su fortaleza, las que pueden dar vida al poema y resucitar su sentido último. García Montero, en un ejercicio loable del cultivo de la palabra, se adentra en los despojos de una vida que ya no es, en esa simbólica mudanza donde la cotidianidad se adueña del todo. En total 25 poemas estructurados en tres bloques con doce poemas en los dos primeros y la coda final en el tercero. Comienza con la imagen de un atardecer en el que ambos caminan junto al mar.  En su recorrido vital por situaciones, circunstancias, espacios, viajes… desnuda el tiempo vivido con asociaciones de palabras y recursos líricos metafóricos muy de la vanguardia. Una vía que siempre estuvo presente en su obra junto al destello de recursos  narrativos y la ficción vital, la mentira de la ficción diderotiana que ahora se convierte en verdad ante el silencio prosaico del lenguaje de la quimio. El pálpito de los cuidados, el devenir del frío o la lucha para mantener un tiempo vivo frente a la costumbre de las aguas negras  que avanzan hasta la congoja. Una muerte siempre ordenada desde el bálsamo de la memoria, desde ese abismo que trata de conducirlo a través de su historia de amor, del viajero que se adentra en la balanza de los años, en el bramar de la existencia, en la fusión de lo personal y lo comunitario. La muerte es nuestra. Nos pertenece igual que el gozo de la resistencia. La miseria de la muerte puede no caber en un poema, su desnudez, su verdad…, y acaso no sea un asunto literario cuando siempre lo fue. Ahonda en el sentimiento de pérdida, en esa vida distinta después de su muerte, en el reclamo de la casa de la muerte, como animal doméstico que siempre nos persigue con su férula y su metafísica, y esa convivencia con las insignias de la cotidianidad persisten, se difuminan en el cultivo de lo memoria cuando todo se va sumergiendo en la piel y creando sus cuarteles de invierno. Un poemario que es un canto de reverencia a la palabra, al sentimiento y al amor como reclamo del ser y su dasein.