

La mirada rasante, de Eva Molina Saavedra, se inscribe en esa genealogía de poemarios que interrogan el sentido de la existencia desde la conciencia de su fragilidad, con una palabra que oscila entre la intimidad confesional y la universalidad de la experiencia. No es casual que uno de sus versos centrales afirme: “Nos inclinan las derrotas, andamos/ con la mirada rasante/ de quien no comprende/ porque su visión se ha fragmentado”. La metáfora del título revela así su clave: vivir es avanzar desde un horizonte bajo, rozando apenas lo real, conscientes de que el conocimiento es siempre parcial, fragmentario e insuficiente.

Lo que está en juego en El camino difícil no es una poética, sino una posición ante el mundo, el poeta transmutado en hombre civil que, como los viejos profetas, señala la herida sin renunciar a asumir el dolor, sin entregarse a la desesperanza, antes bien haciendo de la palabra insurrección, defensa, protección y ternura frente a la herida y el derrumbe: “Tengo una misión: que la luz vuelva al poder/ […] porque la única resistencia en un mundo ciego es/ los grandes actos/ […] Tengo una misión: que la luz vuelva al poder/ al objeto natural de la vida, a los placeres renovables”.

José María Molina Caballero deja testimonio en este espléndido libro de su propia posición ante la vida y el tiempo, fundamentalmente entendido como tempus fugit, pero sin olvidar su faceta como experiencia subjetiva.

La poética de Mireya Guzmán se inscribe en una tradición que podríamos vincular con María Victoria Atencia, especialmente en esa voluntad de desprenderse de apoyaturas externas, de referencias estables, para habitar una zona de suspensión donde lo esencial —como decía el Principito— permanece invisible. Como recuerda Atencia en su propia poética: “El poema es un salto al vacío.

La escritura misma tiende así a pluralizarse y todo aquello que se asocia con «lo poético» se complejiza por la convocatoria productiva de códigos diversos, en una exploración verdaderamente integral, interdiscursiva e intermedial, según señala Mariano Domingo en cuadernos para la investigación de la literatura hispánica…

Finalmente, las distintas figuraciones del amor están cruzadas por una mirada femenina sobre el sentimiento amoroso, revirtiendo así la imagen heteropatriarcal que arrastra la poesía amorosa que, de manera habitual, otorga a la mujer el rol de musa silente.

El mundo natural es representado como esencia de nuestro entorno: las golondrinas, los mirlos, el ruiseñor, los árboles, las olas, el océano, el sol… Lo mismo ocurre con los acontecimientos, como aquella navidad especial, “Navidad 2020”. La preocupación por el medio ambiente se hace presente en “Las vallas publicitarias”.

Mágico poder celebra la vigencia de la palabra como poder curativo. Celebremos, con este poemario, el coraje de mirar de frente al abismo y responder con belleza. Celebremos que, incluso en medio del derrumbe aún hay poetas -Vázquez Medel es uno de ellos- que siembran almendros y manzanos. Y que, aunque todo se desmorone, aún existe un resplandor que puede guiarnos: el de los poetas que, como Shelley intuía, “sin saberlo el mundo, lo sostienen”.