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UN UNIVERSO POÉTICO PERSONAL

Por Manuel Ángel Vázquez Medel

Los planetas fantasma.

Rosa Berbel.

Barcelona, Tusquets, 2022.

Rosa Berbel, graduada en Literaturas Comparadas por la UGR, en la que prepara su tesis doctoral, sorprendió por su calidad excepcional con su primer libro, Las niñas siempre dicen la verdad (Hiperión, 2018), que obtuvo el XXI Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal, el Premio Andalucía de la Crítica a la mejor Ópera Prima y el Premio Ojo Crítico de Poesía 2019 de RNE.

Ahora, con Los planetas fantasma, en la prestigiosa colección “Nuevos Textos Sagrados” de Tusquets, confirma que nos encontramos ante una gran poeta, con voz propia, nutrida por importantes lecturas pero también por una singular capacidad (intelectual y emocional) para captar el mundo en torno; un mundo que está agonizando, como expresa acertadamente con la imagen del fin de fiesta, que deja sus restos en la estancia: “Me habéis dejado el suelo lleno de ideas hermosas./ No hay forma de limpiarlas./ No hay forma de borrar la línea de impureza/ que deja el pensamiento por el suelo”.

Expresión de un pensamiento poético crítico y creativo, estética llena de ética y de política (en su más alta y noble acepción), esta segunda obra de Rosa Berbel confirma su dominio de los cauces expresivos: verso libre de impulso imparisilábico por el que discurren percepciones próximas a la cotidianeidad, pero en el que también se esculpen sentencias de profundo calado, como auténticos aforismos incrustados en el poema. Así, el poema “Siglo 22”, que comienza con los desnudos de un chico y una chica tras el cristal (real y simbólico) que necesitarían romper para tocarse, y constata las palabras gastadas para nombrar emociones, concluye: “Todo lo que algún día nos hizo sonreír/ ahora está muerto”. Porque -dirá más adelante, evocando a Marx- “Todo cuanto era sólido/ se desvanece ahora ante la luz”.

Sus poemas -había dicho Luis García Montero “son una pregunta directa sobre la identidad que se configura entre los episodios del pasado y las incertidumbres del futuro”. Ahora las preguntas son más radicales aún, porque las pocas certezas que quedaban han sido destruidas: “Nos han dejado aquí a la intemperie: / no hay paredes, ni casa, ni amor para las cosas/ que ya no poseemos”.

Pero un poeta auténtico -y Rosa Berbel lo es- ha de seguir buscando, aunque tenga que renunciar a las expectativas: “Si renunciamos por completo/ al horizonte/ todavía podremos ir al mar”. Al mar de la palabra, en esta navegación poética en la que al final se rescata una vieja idea para definir lo nuevo que somos: devoción. Devoción por la vida, por la belleza, que sigue resplandeciendo más allá de la muerte. Porque “Es un milagro estar/ justo donde la vida está ocurriendo”. Por ejemplo, en este desolado y a la vez esperanzador libro de poemas.