Por Ana Herrera.
Pablo García Baena. El sublime jardín de la palabra.
Revista literaria Ánfora Nova. Nº 123-124. Rute, 2021.
Del blanco al azul son los colores que nos trae el aroma del Mediterráneo y La mirada infinita de Pablo, su dulce suspirar en los pliegos de Ánfora Nova. Conciliadora y emotiva es la introducción de Federico Mayor Zaragoza. Cada una de sus líneas nos sumerge en un océano de paz y esperanza para todos los pueblos del mundo. En su opinión la palabra se convierte en el principal vehículo de equilibrio, desarrollo e interculturalidad entre los seres humanos. Si el texto completo es conmovedor, voy a escoger estos pequeños párrafos que han hecho estremecer mi calma: “Frente a la cultura de la imposición del dominio y de la fuerza, la cultura de entendimiento, comprensión y diálogo. Frente al músculo, el corazón y la mente. Frente a la violencia, una cultura de paz y de justicia”. O quizás estos: “La palabra para recordar a los grandes creadores de nuestro tiempo… Para recordar de donde provienen los bienes de los que disfrutamos…; a la voz ausente de la mujer…Pero, sobre todo, a los invisibles, a los anónimos”. Así es el corazón de Mayor Zaragoza envuelto en la palabra.
El apartado de “Crítica e Investigación” se inicia con la colaboración de José Cosano Moyano en un apasionado texto sobre el carácter del proceso creativo desde la voz del propio Pablo y asentando, desde su propia voz, los cuatro pilares de comunicación entre el poeta y el lector: “Su palabra, mirada, emoción y deseo”. A continuación, una cálida semblanza de la vida del poeta y su nombramiento como Académico correspondiente y, más tarde, como Académico de Honor ilustran nuestra visión sobre la vida del vate, amante sempiterno de la ciudad donde nació. Así, diría Cosano Moyano: “Más la madre tierra pervivirá en su recuerdo. Así lo avala el sabor gongorino de su nativo rincón en el que nos demuestra la pasión por su Córdoba natal”.
La exacta y extensa cronología sobre la vida y obra del poeta que nos ofrece Rafael Inglada es un trabajo laborioso digno de admirar. En ella se nos muestra todo tipo de detalles referentes a su nacimiento, su muerte, los libros publicados, las presentaciones realizadas, sus innumerables reconocimientos, viajes, datos sobre situaciones relacionadas con su familia y otras circunstancias: 29 de junio de 1921, nace en Córdoba; 14 de enero de 2018, fallece a los 96 años.
Cálida y emotiva crónica es la que nos presenta José Infante, desde el corazón abierto del amigo, impregnado de una grata nostalgia. Aporta el poeta malagueño los detalles de la herencia de Pablo a sus sobrinos, las gestiones realizadas en torno a las ediciones póstumas de su poesía, en torno a la donación de su obra y materiales para el patrimonio público y la fecha de conclusión de su legado a la Biblioteca Pública del Estado-Biblioteca Provincial de Córdoba y a la Biblioteca de Andalucía. “La obra de Pablo García Baena”, expresa Infante desde una honda emoción, “liberada del peso de su propio grupo y de su estética común, fue creciendo y creciendo, sola y personalísima, hasta situarse en ese plano superior como poeta mayor de la literatura del siglo XX”.
Dos conmovedoras comunicaciones, al estilo epistolar (“Querido Pablo), son las que María Victoria Atencia dirige a su gran amigo. En la primera, el sonido de una pieza musical de Joaquín Rodrigo, El vendedor de chanquetes, en una nostálgica mañana de noviembre, junto a la farola, la conduce a la evocación de los recuerdos. En la segunda, realza el valor de la amistad con Pablo y su reconocimiento hacía él: “Fuiste el gran maestro de la poesía y el gran maestro amigo del alma. Escribimos una larga vida rica e insospechadamente luminosa en aquella mañana del 55”.
Luis Antonio de Villena lo califica de “Onorate l`altissimo poeta” y lo enmarca como uno de los grandes poetas de la poesía española en la larga mitad del siglo XX. Señala la influencia de la tradición del Barroco y la Modernidad en su obra, bañada por los colores y el aire de su tierra: “Fulgor solar y de dorados otoños”.
El afecto sincero hacia el autor es expresado ahora en las cálidas palabras de Ángeles Mora. Declara su dolor por la muerte de Pablo y revive hermosos recuerdos a su lado, enumera los reconocimientos con los que ha sido galardonado y las obras publicadas que han ido marcando sus diferentes etapas poéticas desde su comienzo en el grupo Cántico: “Querido Pablo, alguien te esperaba en el cielo infinito”. Cierto es que su legado aquí, en este paraíso llamado Tierra, también es infinito.
Javier Lostalé nos presenta, en tono poético, una brillante radiografía de su mirada al poeta en su humildad, en su quietud, su fidelidad, su luz, sus fuegos: “Amar es su forma más profunda de existir”. Y de esta manera amó a las dos ciudades protagonistas de su vida, como aclara Lostalé, la Córdoba que lo vio nacer y la Málaga que lo acogió durante casi veinte años. Continúa con sus otras pasiones, la música, el cine y el fervor religioso, para concluir elevando el valor de su “lengua crisol” y la “consumación” del poeta en su poesía: “Consumado en su poesía, aún muerto, no dejará Pablo de escribir dentro de nosotros el canto eterno de la existencia, siempre en su palabra renovada. Su escritura ya es intemporal”.
Antonio Hernández redacta un particular relato de su aventura, llamémosla así por lo que de anecdótico tiene este periplo, en aquella ocasión en que él y Pablo acudieron a “Juzbago, Libro abierto”, en un domingo de mayo de 2014, para participar en la fiesta de la poesía y grabar de poemas sus bancos y sus calles. La sorpresa de ambos poetas, nos sigue narrando, crecía a medida que comprobaban la afluencia de público a los actos poéticos, llegando a calificar este hecho de milagroso. Desde entonces afirma Antonio Hernández lo acompaña el dicho de “Quien quiera saber vaya a Salamanca a aprender” calificando a esta ciudad como capital castellana de la poesía.
La madrina para realizar la laudatio de Pablo García Baena en su nombramiento como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba fue María Rosal. Dicho nombramiento, en sus palabras, constituye el máximo honor con que la universidad reconoce a una persona. Confiesa, a continuación, su amistad y admiración hacia el poeta y hacia el hombre en su calidad humana desde décadas atrás, enumerando sus reconocimientos, las influencias literarias y las de su Córdoba natal en su poética, la relación con el grupo Cántico y sus obras publicadas a partir de los años cuarenta, así como el alto puesto que ocupa en la poesía del siglo XX. Al tiempo, realiza un comentario de los rasgos esenciales de su estilística y de la temática de sus versos: “El poeta como vigía, bajo la dulce lámpara, por caminos ignotos. El poeta como luz y como guía”.
A continuación, Ángel Aroca Lara nos ilustra con su discurso de Clausura del Acto de Recepción como Académico de Honor del Excmo. Sr. D. Pablo García Baena. Este pliego realza el amor incondicional de Pablo hacia su Córdoba querida y añorada en la distancia: la Córdoba del Medievo, la del romántico Duque, la gongorina, la de los pinceles de Julio Romero de Torres, la de los días del esplendor Omeya, la idílica y lejana, pero también la sentida y profunda de sus días de infancia, la que ama y la que le duele. Una bella selección de sus creaciones poéticas viene a avalar lo anteriormente expuesto: “Y allá, desde la costa, sus ojos perdidos en el mar, siguió llorando el destino de Córdoba” (Pablo vivió casi dos décadas en Málaga).
Francisco Ruiz Noguera nos adentra en la poética de García Baena a través de Poética de la creación, reflexiones del propio Pablo en su nombramiento como Académico de Honor de la Real Academia de Córdoba y a través de sus comentarios críticos a otros autores: el poeta crea en un estado de entusiasmo, furor, exaltación, inspiración (concepción platónica del acto creador); el poeta aparece como portador de una especie de fuego sagrado que lo consume y se adueña de su espíritu; la poesía debe procurar la emoción en los otros; el poeta no es un creador inconsciente, sino preocupado por la palabra ajustada y exacta, el más exigente en el cincelado del verso y del ritmo poético; la soledad es el instrumento imprescindible para la búsqueda del propio yo. Es así como nos acercamos a la concepción del poeta como “divino”.
Antonio Jiménez Millán reconoce las tres ciudades fundamentales en la obra de Pablo García Baena: Delfos, Venecia y Córdoba. Ciudades que guardan una carga simbólica, “metáforas de su propio destino”, ciudades vividas, interiorizadas, ciudades que acunan una sensación de pérdida histórica o de añoranza de su vida anterior, “donde el sentido de la elegía se extiende hacia la historia personal”. Por eso, como apunta Jiménez Millán, “La elegía se vuelve inseparable del vitalismo y la sensualidad, incluso cuando evoca la destrucción”.
La lírica del poeta cordobés, en palabras de Francisco Morales Lomas, es ajena al paso del tiempo, se ha ido rejuveneciendo, eternizando, y “se va haciendo tan necesaria como perpetua”. Lo define como “El poeta de la palabra precisa”, de la renovación, de la vitalidad, anegado de un fuerte sentimiento de cultura. Al tiempo que analiza su obra, establece tres elementos fundamentales en ella: la pintura, la música y la palabra. En definitiva, nos dice: “La lírica de García Baena proyecta una áurea fortaleza vital en el ámbito lingüístico por su magnificencia verbal y amplitud metafórica, y en la conformación de un mundo interior tupido, trabado, promiscuo, que conforma una de las más brillantes trayectorias líricas de los últimos tiempos”.
Coincidiendo con la opinión crítica anterior, Carlos Clementson realza “la capacidad fundante de la palabra poética, de su estilo inconfundible” en Pablo García Baena, así como la mitificación por la poesía y el recuerdo de la Córdoba de su infancia, “vivida y palpitante”. El análisis de su obra lo centra en tres momentos candentes en la vida de Pablo: el “Edén Cordobés” (poesía del exilio temporal, de un realismo transfigurado por la imagen, la metáfora y un lenguaje magnificente); la “Irrupción de la Guerra” (elegía de ese clima de horror y sufrimiento que dejan paso al impulso erótico y las metáforas urbanas bajo el prisma de la melancolía; la “Senectud y renovación” (marcan la significación que la pintura, las artes, y la música tuvieron en el conjunto de su obra”, el homenaje a las víctimas anónimas de los conflictos nacionales, el ademán meditativo de quien espera la muerte y su fervor religioso plasmado en la devoción a María).
Alejandro Lópéz Andrada, en una brillante prosa poética, comparte con nosotros su admiración hacia Pablo como persona y como poeta, al que califica de “mítico” y a quien compara con Góngora, Quevedo y Garcilaso. Persona sencilla, poeta íntimo, esencial, revelador de emociones, conversador de la realidad cotidiana y de aquella otra más pura y trascendente: “Siempre fui y seré ante él como el gorrión deslumbrado por la sedante melodía de un delicado y esbelto ruiseñor oculto entre los ramajes de un magnolio a la hora del amanecer de un día de jazmín”.
En palabras de Miguel Ángel Vázquez Médel, Pablo García Baena representa “una búsqueda vital e incesante de belleza y eternidad” en relación con su entorno a través del amor y la amistad. Otros principios suyos serían “Verdad y Bondad”, que nacen de la importancia que a sus ojos adquieren los demás, del “pacto comunicativo”, de la complicidad con sus lectores, sumando también a su poética un punto significativo de sensualidad y erotismo. En conclusión, hay tres palabras claves en su poesía: “Vivir, sentir, comunicar”. “Al final, es la Belleza la que puede salvarnos, la que rescata para la eternidad momentos intensos y vivos”, como apunta la voz de Vázquez Médel.
Desde la emoción profunda del corazón del amigo, Joaquín Pérez Azaustre rememora con nostalgia las horas pasadas junto al poeta, declarando abiertamente su vitalismo y humanidad y cómo vivió con sensibilidad la fiesta de homenaje de su cumpleaños, donde celebraron su obra y reconocimiento hacia el Grupo Cántico, cuyos componentes eran tan queridos para Pablo. “Por eso brindo, Pablo, contigo y tu familia, como solíamos hacer. Hay mucho que contarte, aunque tú ya lo sabes, y junio brilla aún en las playas doradas del poema”, es un bello final para el escrito de Pérez Azaustre.
Juan de Dios Torralbo Caballero nos introduce de lleno en el nacimiento del Grupo Cántico. “Razones de índole amical prenden la llama de esta aventura literaria”, afirma Torralbo Caballero, alegando que “Un mismo credo literario y estético aviene a la génesis del Grupo Cántico”. Sigue poniendo de manifiesto su compromiso con la poesía, el afán innovador y la renovación de la tradición poética andaluza que manifiestan dichos poetas en las publicaciones de la revista Cántico, que en su segunda época se hace “Universal, ecléctica, heterogénea, fluctuante y conciliadora”, en opinión de la crítica.
Blas Sánchez Dueñas centra su atención en el estudio de Poética de la creación, discurso pronunciado por el poeta en su nombramiento como Académico de Honor de la Real Academia de Córdoba. Los principales ejes de su creación se sustentan en Cernuda, Rilke (en su nostalgia por los paraísos perdidos) y el tono elegíaco por los lugares del ayer. “La mirada y la palabra” son los dos factores que estimulan su vuelo lírico, en las propias palabras del autor cordobés. Para el poeta es innegable la máxima machadiana de “palabra esencial en el tiempo”. Góngora, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez y el 27 marcan la estética de Cántico. Otras connotaciones de su obra, en consideración de Sánchez Dueñas, son las románticas y las vanguardistas, y su afinidad con la tradición popular del Romancero, la renacentista y la barroca, los ascendientes platónicos y románticos.
Antonio García Velasco desnuda el poema “Elegía” en su estructura métrica y temática. Se trata de un profundo lamento por la pérdida o separación de un amor, en el análisis de García Velasco, escrito esencialmente en alejandrinos. De vocabulario sencillo y sintaxis compleja, se entiende como poema machadiano por su concepción de “palabra esencial en el tiempo”. Sus imágenes son emotivas: inquietud, angustia, temores, resignación, esperanza… Se trata, en fin, de un poema paradigmático, como apunta García Velasco, es decir, representativo de la obra de su autor, ya que marcan los rasgos propios de la poesía garciabaeniana.
Antonio Moreno Ayora inicia su texto con una exhaustiva presentación de las obras publicadas por Pablo, aportando sus datos cronológicos, editoriales y otros aspectos formales y de temática. Nos remite al título Pablo García Baena. Antología (1943-2016), obra de su amigo, el poeta malagueño José Infante, como excelente guía de lectura para conocer al poeta de Córdoba. Su poética es imprescindible en voz de sus principales críticos, expresa Moreno Ayora, y su cultivo por el clasicismo se manifiesta en el uso del soneto (Al vuelo de una garza breve. Sonetos completos, en edición de Rafael Inglada. Magnifica obra para su estudio).
Ana Herrera. Ante todo, quiero agradecer a José María Molina Caballero que haya acogido mi colaboración en los pliegos de Ánfora Nova. Desde aquí le manifiesto mi admiración y respeto no solo por su gran labor como escritor, poeta y editor, sino también por su grata sensibilidad y calidad humana. Las horas de Lectura de Claroscuro y el comentario de cada uno de los poemas que lo componen los recuerdo como un tiempo de aprendizaje, de dicha y emociones conjuntas. Desde entonces escucho casi a diario esa deliciosa melodía que endulza los oídos, o suave eco lejano, como lo siente Pablo, al compararla con el placer de unos labios húmedos en su carga erótica: “O aquel lejano eco de la canción dream a little dream / suave como unos labios húmedos que se ajustan a otros”. En mi comentario añado que es de admirar “Su léxico cuidado que marca la elegancia de su estilística y su don para conducirnos por espacios y testimonios de vida a través de una naturaleza pacífica que guarda sabiamente los momentos estelares de la historia”. Los elementos temáticos de Claroscuro: la historia, el amor por la naturaleza, la exaltación de la amistad, el paso del tiempo, el fervor religioso y el innegable vitalismo. Todo ello unido a lo sublime de su voz.
Según Francisco Onieva los cinco primeros libros de García Baena, de Rumor oculto a Óleo, forman un todo unitario al que ha dedicado este estudio, donde analiza con rigor los aspectos formales, temáticos, de edición, las fuentes de inspiración y los puntos de intertextualidad con otros autores. La celebración de la vida y del deseo, el tono vitalista, la melancolía, la transitoriedad y brevedad de la condición humana se convierten en la espina dorsal de este magnífico conjunto poético, tal como nos declara Onieva.
Tras la opinión de la crítica, el bloque III de la revisa está constituido por el “Epílogo”, que contiene un análisis exhaustivo de la presencia de Pablo García Baena en Ánfora Nova (tanto en la edición de su obra, como en los actos presenciales organizados por la editorial), realizado por la brillante pluma de su director, José María Molina Caballero, quien ha mantenido una entrañable amistad con el poeta durante más de tres décadas. En el centenario de su nacimiento, rendirle homenaje a través de estas páginas nace “del afecto, el reconocimiento y la admiración”, como afirma Molina Caballero. Agradece,asimismo, desde la calidez, la colaboración de familiares, participantes, colaboradores e instituciones públicas y privadas que han dado luz a este monográfico.
El apartado IV contiene manuscritos e inéditos de García Baena y el V un conjunto epistolario fruto de su comunicación con Caballero Bonald, Carmen Conde, la duquesa y el duque de Alba, Gabriel Celaya, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Rafael Montesinos, Rafael Pérez Estrada, Rafael Laffón y Vicente Aleixandre. Un retrato del poeta cordobés por Antonio Bujalance, otro realizado por Antonio Povedano y algunas obras pictóricas del propio Pablo, junto a las numerosísimas fotografías provenientes de las colecciones privadas de amigos y familiares constituyen un punto más en la notoriedad de esta grandiosa revista y un motivo para transitar por los pliegos de oro que conforman sus páginas.