Por Paloma Fernández Gomá
Esperanza de veletas
Manuel Vilchez de Garss
Editorial AMARPPE (Granada 2023)
Si atendemos a la contraportada podemos leer que el libro Esperanza de veletas “es una puerta directa, por la palabra intrínseca y barroca, que pretende dar una respuesta a la poesía andaluza, que si bien acude a la experiencia, va más allá de lo meramente vivido, hallando en la diferencia, muchas veces, su seña de identidad”.
Así pues nos adentramos en la lectura del libro donde la sensibilidad, la vida, lo intangible, la eternidad, la voluntad humana, así como también la afectividad, la incertidumbre, el tiempo y los recuerdos son los mimbres de poemas llenos de intensidad, donde se haced uso de un lenguaje culturalista que trasciende de lo banal, hecho este que impregna el contenido de muchos de los libros que actualmente se publican.
Manuel Vilchez sabe buscar en sus palabras el mensaje más íntimo que puede llegar a transmitir la poesía para identificarse como diferente.
Nuestro poeta escribe:
“Pensé indulgencia capaz de librarme” (pág. 7)
“Tú molusco que llevas todo a cuestas, ¡oh premonición! (pág. 9)
“En consonancia con la ceguera y el hermético silencio” (pág. 11)
“Me levanto en el hueco de esa quietud” (pág. 13)
“Dispersa en el pórtico de la memoria otra vez la razón” (pág. 16)
“Qué desamparo presto crece”(pág. 21)
“Ahora que mis pies se pliegan al fondo de la nada” (pág. 25)
También destaco el poema titulado “Sobre mejilla la naturaleza muerta”: … ¿Cómo reconocer si es verdad que allí,/ en el arcaico rojo de tus párpados,/ la fría e impúdica proposición/ distingue la paradoja de la profecía?. El poema dividido en tres estrofas acuña fórmulas para ver más allá de lo que a simple vista se nos presenta como real. Indagamos, miramos el significado de las pablaras e intuimos que lo real está en uno mismo, en la dimensión que damos a lo que observamos con nuestros ojos. El hombre busca su equilibrio y lo tiene delante de sus ojos, muchas veces nublados ante la realidad.
O el poema “Meditación a Pedro Rodríguez Pacheco”, donde la palabra alimenta nuevos cauces para el poeta y se acerca al borde de lo imaginable para nutrir espacios que están por descubrir.
En el poema “El hombre que caminaba invierno”, leemos:
Recuérdame con un talle renacentista,
con gesto en displicencia surrealista,
y tú comprenderás fuera de las cordilleras,
del campo de marte el extrarradio.
El azar no regirá el juego del ciclo solar:
la única música disciplinar del celibato
para ser canonizada esta pared del alma.
Estamos ante un libro rico en vocabulario y pleno en contenido, donde el poeta toma conciencia de la realidad, su realidad, para presentársela al lector como un medio de llegar a la catarsis que necesita el hombre para desnudar su alma y alcanzar altas cotas de una comunicación basada en la reflexión del pensamiento donde la razón es cuota obligada para asumir una conciencia en libertad, libre de falsas pretensiones que nublan el auténtico sentido de la poesía.
Leer a Manuel Vilchez en este su más reciente poemario es experimentar la sensación del verso auténtico en libertad de expresión, sin ataduras a tendencias o patrones.