ara encontrar la inspiración, y aquí está la sugerente tesis del ensayo, tenemos que volver nuestros ojos a la Naturaleza, entendida como un todo que no juzga, en el que la amoralidad que la gobierna precisamente garantiza que nada pueda ser mediatizado o alterado para el interés de unos pocos.
n el libro, el capítulo introductorio está lleno de observaciones interesantes y ofrece una visión de las novedades que ofrece el moderno teatro español, pero en la nómina de autores citados se echan de menos nombres como el de Enrique Morón o el de Antonio César Morón Espinosa.
Hace casi dos décadas, le escuché decir al Nobel portugués José Saramago, en una conferencia que “En los próximos cincuenta años, Europa será invadida por los hambrientos.” Hay personas que tienen la capacidad para adelantarse a los acontecimientos y además realizar un análisis lúcido de las causas, de los orígenes de los problemas que nos afectan, aportando soluciones que debieran adoptarse en el ámbito político, económico y educacional.
¿Quién ayudó a los Machado cuando llegaron a Francia? ¿Quién les proporcionó ropa y comida? ¿Qué médico asistió al poeta y a su madre? ¿Quién confeccionó la bandera tricolor que durante el velatorio cubría, a modo de sudario, el cuerpo del poeta y luego el féretro que lo trasportó al cementerio? Eran preguntas que hasta ahora no tenían respuesta, pero en este libro sí la tienen.
Los lectores podrán adentrarse en las diferencias de visión entre el esencialismo (que se centra en el ser y en conceptos como la esencia) y el existencialismo (que pone más bien el acento en el existir y hace que su visión sea más dinámica, como es el caso del autor murciano) y como eso se refleja en el misterio del propio lenguaje, con mayor protagonismo del sustantivo en el primer caso, mientras que en el segundo es el verbo el que está en el centro y alrededor del cual gira lo demás.
“Sólo una visión global y una indignación global podrán ponerle freno a la violencia global, al desastre que acarrea, mitigar la náusea global que nos produce y promover acciones locales que reviertan, si no en un bienestar, en un mejor estado global”.
«un capitalismo basado en la impunidad, la desigualdad y la avaricia».
Una conquista es siempre belicosa, pero también es cierto lo siguiente: en Hispania, los celtíberos vivíamos (nótese la primera persona del plural) tan tranquilos.
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