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Sobre Medidas cautelares, de José María Molina Caballero

Por Aurora Gámez Enríquez

Medidas cautelares

José María Molina Caballero

Ánfora Nova Editorial

Rute (Córdoba), 2021

Confieso mi sorpresa, ante esta singular obra poética que nuestro estimado amigo José María Molina Caballero, me envía y dedica en diciembre de 2021. Agradecida, abro las páginas de una magnífica edición del libro Medidas cautelares. Ánfora Nova, nos tiene acostumbrados a sus publicaciones exquisitas, de alto nivel artístico, y esta es excepcional. La poesía es mi pasión, siempre la tomo como un aprendizaje y cada autor o autora que leo me aporta algo de sabiduría y humanismo. Es pues, Medidas cautelares de José María Molina Caballero, una nueva aventura poética que se inicia con el poema Introito: La insolvencia de tus ojos de fuego, y que desgrano con asombro hasta el Epílogo: La luz inapelable de tus pasos.

La terminología jurídica, que desde el título apela a un posible procedimiento procesal de carácter precautorio -que pudiera adoptarse en un juicio, a solicitud de las partes implicadas en un proceso, con el fin de garantizar los derechos e intereses correspondientes a ambas partes-, es empleada en este trabajo poético como una alegoría de la vida. José María Molina Caballero usa el lenguaje jurídico como metáfora de una lucha existencial consigo mismo y con la sociedad.  En endecasílabos perfectos, todos ellos, sin excepción, blancos y libres de rima, el poeta nos sorprende por su pensamiento crítico y compromiso humanista. Mantiene en vilo al lector, ya que la aplicación de medidas cautelares presupone una situación de peligro: “Tus gritos de papel arden sin fuego / en los litigios de las cicatrices / que abren las diligencias de tus sombras”[1]; resolución de un conflicto: “Ahora puedes guardar tus malos gestos”[2]; o  búsqueda de caución: “En busca de los sueños anhelados / recorremos los falsos horizontes / del paraíso y sus grutas de nostalgia.”[3]  En su aventura poética, José María Molina Caballero se acompaña de la voz de Álvaro Mutis, con una cita preámbulo de Las tarifas caducas de la vida: “Otra vez el tiempo te ha traído / al cerco de mis sueños funerales” (p. 29); de igual manera se conduce del pensamiento y poesía de Ángel González, en Cinturón de castidad: “Donde pongo la vida pongo el fuego / de mi pasión volcada y sin salida” (p. 33), en esas primeras medidas cautelares que culminan con el poema Conflicto de intereses: “La brisa del lamento contamina / los pozos clandestinos del conflicto” (p. 36). Decimos que la realidad supera a la ficción, y es por esto que me vienen a mi memoria tantos y tantos juicios y causas por malos tratos, abusos de todo tipo, conflicto de intereses, sueños rotos, promesas incumplidas. Pero el poeta nos arrastra con crudeza a su propia realidad, que es también la nuestra, a medida que avanzamos en la lectura del libro nos encontramos con Las cartas de los sueños,  que es  el primer poema  de las Segundas medidas cautelares: Las sombras rotas de la desmemoria, donde el autor evoca acertadamente al poeta Luis Cernuda: “El hombre es una nube / de la que el sueño es viento” (p. 39). Sigue narrando en plural, el masculino genérico aquí nos engloba en una nube hilvanando un relato de duelo y conciencia de futilidad. La certeza de una desorientación causada por la cognición de que los seres vivos divagamos en el cosmos: “Y cansados seguimos los espejos / de la desesperanza con sus rutas / descontroladas; norte, sur, oeste…, “(p. 39).  Desesperanzados, camino de no se sabe dónde ni para qué. En estos versos se hace inevitable recordar El Ser y la Nada de Jean Paul Sartre[4],  al igual que el filósofo, el poeta indaga en su propia realidad, en una existencia carente de sentido, en un devenir común a lo humano[5].  En los versos finales del poema anterior: “Nuestro corazón no tiene remedio / pocas veces buscamos el camino / de vuelta a los lamentos y fracasos” (p. 40), se reprocha que no busquemos salida, que caminemos sin soluciones abandonados al desamparo. Crece la tensión con un lenguaje preciso, la transparencia del mar, contrapuesta a lo errático de los sueños en el poema Impugnación: “La distancia es un mar transparente / donde la realidad se reconcilia / con las huellas de los sueños errados (p. 41). Conmueve la asunción del miedo en Libertad provisional: “El miedo nace y crece en nuestras almas / como la lava que mana del cráter / de un volcán que destruye los paisajes” (p. 42); aquí el uso del plural atenúa el dolor, lo hace solidario y compartido al género humano, consuela dolorosamente: “Nuestra vida es un sueño que equivale / a morir cuando menos lo esperamos.” (p. 46).

Este libro de poemas, Medidas cautelares, de José María Molina Caballero, indaga de manera crítica en la sociedad actual, nos incluye en un modelo económico y social que impone y esclaviza a los seres humanos. El mensaje es contundente y realista en Los ecos hirientes de la mentira: “Los mercados, con sus brazos de acero, / nos imponen doctrinas amorales” (p. 47).  

En el cénit del poemario, los recuerdos de poetas admirados por el autor, sus referentes literarios, pensadores que dejaron su huella, personas que la muerte nos arrebata y la memoria atrae: “Ahora cabalgan lentos mis recuerdos / del poeta con su numen de palabras” (p. 43), construyen con su poesía un homenaje, un reconocimiento que transciende. Un hermoso poema, donde la nostalgia nos pone a prueba, es: Los horizontes sublimes del recuerdo (Nota necroapológica), con cita previa de Cesare Pavese: “La muerte tiene una mirada para todos”, sabiendo del suicidio del joven poeta entramos de lleno en la angustia existencial que hermana la literatura de Pavese a Medidas cautelares de José María Molina Caballero.

Las Terceras medidas cautelares: En las raíces desnudas del fracaso, se portifican con dos versos del poeta Jorge Luis Borges, que nos adentran en la realidad casi absoluta de que nuestra existencia es una soledad ineludible: “Estoy solo y no hay nadie en el espejo” (p. 53), dando paso al poema Recurso de apelación: “La danza temblorosa de tus manos / te recuerda la fe de tus errores / y las voces anónimas prendidas / en el germen banal de tus certezas”; una cita de Emily Dickinson, otra de Fernando Pessoa, dan amplia cobertura a los poemas más dramáticos e íntimos del libro: “Tus naufragios son piedras de volcanes / que arrasan y fustigan lo que encuentran” (p. 55). Estos poemas hablan de su infancia, de la infancia que es sueño o castigo, memoria dulce o fantasma vencedor: “La infancia puede ser el paraíso / más placentero de nuestra existencia, / o el infierno falaz de la memoria” (p. 57); ahí deja la duda, pone el dedo en la llaga, se aviva el dolor, se agranda la gran incógnita existencial que nos concierne.

Las Cuartas medidas cautelares: Los destellos del tiempo vulnerado se constituyen en una metáfora de alta tensión poética, culminación de un proceso doloroso, un duelo consigo mismo y con la sociedad que le toca vivir.Este capítulo incluye diez poemas donde el autor, con voz rota, cuerpo de rescoldos y abrazos mutilados por el tiempo, escribe: “Esculpimos los gritos de la vida / en el susurro incierto del olvido” (p. 69); o se muestra apocalíptico: “Mis sueños son los fósiles de musgo” (p. 72); con horizontes amargos: “La daga transgresora de la vida” (pp. 73); y doloridos recuerdos: “…de las rutas mezquinas de la infamia” (p. 73); son una suma de causas abiertas que el tiempo mece en su devenir: “Recuerdo el tiempo como el son de un río / donde la muerte fluye cada día, / con el canto perenne de las aguas / que deshojan los pétalos del sueño” (p. 77), estremeciéndose en el poema Sentencia firme: “En el vientre precario de la noche / palpitan los lamentos de tus manos / y los hoscos recuerdos de tu risa, / como pozos del tiempo derrotado” (p. 78).

Concluye el poemario con un epílogo contundente, sin concesiones ni remilgos, el poema Con luz y taquígrafos, donde nos dice: “La vida pende de un hilo delgado / que nos nutre, nos guía y nos devora” (p. 81); versos donde nos deja sin resuello anunciando: “Eres el desquiciado laberinto / del atardecer roto de la nada / en los fatuos canales de las horas.”

Decir, que después de escribir esta reseña, he leído varias veces el magnífico prólogo de Antonio Cruz Casado, en él se analiza la obra en su forma y contenido de manera magistral. Coincido en que la obra tiene un compromiso ético y estético, en la densidad filosófica sin adornos ni retórica.  “Una visión convulsa, dolorida, de nuestro universo real” (Cruz Casado, A.)[6] . Se aprecia una búsqueda de la palabra precisa y justa, limpia de florituras. La elección de endecasílabos blancos en todos y cada uno de los versos da un empaque a la obra digno de mención. El libro está cuidado con esmero, se aprecia equilibrio entre el contenido y la forma, esto le confiere personalidad y estilo.  Estamos ante un maestro, un poeta con oficio, y un editor excepcional del que podemos aprender. Espero que mis palabras alienten, a la lectura de este extraordinario libro de poemas.


[1] Molina Caballero, José María: Medidas cautelares. Editorial Ánfora Nova. Rute, 2021, p. 21.

[2] Molina Caballero, José María: Medidas cautelares. Editorial Ánfora Nova. Rute, 2021, p. 21.

[3] Molina Caballero, José María: Medidas cautelares. Editorial Ánfora Nova. Rute, 2021, p. 32.

[4] Jean-Paul Charles Aymard Sartre (París, 21 de junio de 1905 – 15 de abril de 1980), conocido comúnmente como Jean-Paul Sartre, fue un filósofo, escritor, novelista, dramaturgo, activista político, biógrafo y crítico literario francés, exponente del existencialismo, posmodernismo y del marxismo humanista.

[5] El existencialismo es un humanismo (1945), conferencia del escritor y filósofo francés Jean-Paul Sartre, que se considera el manifiesto del existencialismo.

[6] Cruz Casado, Antonio. Prólogo (p. 16). Medidas cautelares de José María Molina Caballero. Editorial Ánfora Nova. Rute (Córdoba), 2021.