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Semblanzas en “Encuentros inesperados” de Antonio García Velasco

Por Ana Herrera

Encuentros inesperados

Antonio García Velasco

 Edita: KDP-Amazon

Leer la novela corta Encuentros inesperados de Antonio García Velasco ha supuesto, en mi caso, un reencuentro con el pasado, con la gente que vive en mis recuerdos, con sus voces y pisadas por los lugares amados y compartidos. Y es que lo que en ella se nos cuenta es la realidad de lo cotidiano, de historias de ayer y de hoy, historias de siempre, universales e intemporales, pero que en esta ocasión han tenido lugar en un pequeño pueblo de Andalucía. Por ello, todo lo narrado se siente como más cercano para los que hemos nacido, crecido y aún conducimos nuestros pasos por estas tierras. Si a este hecho unimos las circunstancias que imperan en nuestras propias familias, la intensidad de empatía entre lo narrado y lo percibido por el lector se acrecienta apasionadamente, porque ¿quién no tiene entre sus parientes, conocidos o familiares a alguien que haya emigrado a Cataluña, al levante y al norte de España cuando la hambruna de la posguerra dejó a tantas familias desabastecidas en los pueblos y ciudades andaluzas, en los campos sometidos al poder del caciquismo?

La historia de María y de tantas como ella, la escuchábamos a diario alrededor de la mesa camilla cuando las abuelas hablaban de las jóvenes casaderas y nuestros oídos infantiles estaban dispuestos a escuchar y a prepararse para salvaguardar el honor familiar y a mantenerse alerta ante tanto infortunio: “La hija de fulanita se ha quedado embarazada; a esa la ha dejado un novio forastero que ha llegado al pueblo; a aquella se le ha ido el novio a Alicante, y etcétera, etcétera, etcétera. Historias de nunca acabar porque la vida es un ciclo cerrado que se repite incesantemente. El autor ahora nos refresca la memoria con estas páginas tan reales y llenas de vida. Junto a la transparencia de la sociedad patriarcal, se nos dibuja una sociedad nutrida de mujeres fuertes y resilientes que saben tomar el control de sus vidas, sin que falte, en este caso concreto -no en otros, por cierto- un fuerte apoyo familiar.

Es cierto, como se reseña en la contraportada del libro, que la lectura se vuelve más dinámica y amena gracias al uso de las diferentes técnicas narrativas que va usando el escritor y que se van alternando entre los capítulos: narración en tercera persona hilvanada a través de un narrador omnisciente; narración en primera persona donde cada personaje interviene relatando lo vivido aderezado con sus propias emociones y sentimientos y que aumenta la interrelación con el lector; estilo epistolar, también conmovedor y próximo al receptor del relato -¿quién no ha recibido en alguna ocasión la carta de un novio o de una novia? En aquellos años, no invadidos aun por el avance de la tecnología, era algo muy común-, como el usado por el novio de María -la hija de la otra María, la madre, y que nació de ese embarazo indeseado, pero fruto de la relación acalorada, vehemente y apasionada que mantuvo con Mariano, el vendedor ambulante que llegaba al pueblo y que luego la engañó obligándola a emigrar-; la estructura de la novela organizada en pequeños capítulos de lectura rápida, que invitan a pasar al siguiente apartado al tiempo que avivan la curiosidad. Aparecen asimismo algunos capítulos escritos en estilo directo, como la conversación entre María – hija- y María -madre-. En general los pensamientos y diálogos aparecen incluidos dentro de los párrafos narrativos y entrecomillados, al modo del estilo directo libre. El léxico, siempre acorde a lo expresado, mantiene el registro familiar y coloquial que representa a cada uno de los protagonistas de estas páginas.

La mayor parte de los capítulos del libro aparecen encabezados por el nombre del personaje que se erige en protagonista, y, como decíamos antes, narrados en primera persona: Paco, María (madre), Jordi, María (hija) y Lorenzo. El desenlace de la historia se concreta en el epílogo, ambientado en un marco temporal actual.

Un gran número de relaciones humanas nacen de encuentros inesperados. Conocemos a alguien en el camino y entablamos una relación, ya sea sentimental, de amistad, profesional u otras. Así ocurre cuando María se encuentra con Mariano, o con Lorenzo, una vez asentada en Cataluña, o como María (hija) conoce a Paco, su novio, y este muchos años después visita a la mujer de Mariano en la pequeña tienda de comestibles -evocación también de nuestra infancia por las calles y tiendas del pueblo, al frente de las cuales casi siempre había una mujer- o Ana a Jordi. El título, a mi parecer, se sustenta en el encuentro más inesperado y sorprendente de todos, cuando Mariano se encuentra en Las Ramblas de Barcelona con una hija que no conoce, pero que le recuerda inmensamente a la mujer que amó y aún ama. Así, María, su hija, se sorprende de ese momento en que un extraño la mira con avidez y los ojos inundados de sorpresa.

            Comienza la obra con dos capítulos narrados en tercera persona que suponen una introducción al desarrollo de la historia. Se nos presenta en ellos a la protagonista principal, María. Este primer marco espacial tiene lugar en un pueblo de Andalucía; así pues, todos los escenarios de la novela son completamente reales. Después de quedar embarazada de un vendedor ambulante, que resultó casado y con varios hijos, decide emigrar a Cataluña junto a su madre y su hermana Ana para tapar la vergüenza de su embarazo. El motivo de estas emigraciones internas a zonas más desarrolladas del país tiene en realidad un objetivo diferente: paliar las condiciones de vida miserable y buscar un futuro más digno para uno mismo y su descendencia. Aparece en estas primeras páginas, un niño, Paquito, que asiste a los amores de la pareja cuando los ve esconderse en los campos, y que años más tarde, será el que desentrañe la trama. En el país catalán, María no solo evoluciona en su nivel social y económico, sino también al encontrar un nuevo amor. Me viene a la memoria una canción que escuché de Violeta Parra, donde canta que “Siempre hay un segundo amor”. La comprensión de Lorenzo fue excepcional en todos los sentidos. Y la familia de María creció con la niña que nació de aquellos primeros amores y con Agustina, la hija de su esposo actual. Ana, la hermana, también se casó con Jordi, de origen catalán. Nadie destapó la historia pasada por completo. Fue aquel niño del pueblo, ahora Paco, el novio de María -hija-, el que al conocer a la familia de su novia comenzó a evocar vivencias infantiles. De este modo, al volver a su tierra, para asistir a su madre temporalmente, indagó y descubrió la verdad. María -madre- desveló finalmente todo lo acaecido a su hija. Lo curioso del drama y lo que más nos sorprende, como si visionáramos una serie melodramática, es que aquel hombre desaprensivo, aquel Mariano de la juventud, huyó tras María en silencio, dejando a su familia atrás, y deambulando durante años por las tierras de Cataluña en busca de la mujer que amó. Por tanto, el encuentro inesperado se produce cuando un día ve a una joven que es la viva imagen de la novia que intentó dejar atrás y luego lamentó. El destino final de cada personaje es el encuentro con la felicidad y la estabilidad personal y familiar. Solo Mariano continúa como una sombra tras la mujer que ya nada podía ofrecerle.

            EL tema del maltrato se refleja en el libro cuando el personaje masculino no es capaz de asumir sus propias circunstancias, es decir, su situación presente. Aparece también el tema de la intromisión de la familia en las relaciones de pareja de los hijos y la curiosidad y desconfianza que despierta la llegada de un nuevo miembro a la familia, preocupación que llega incluso al tío Jordi cuando piensa que Paco, un estudiante andaluz, pobre, se alimenta de ideas comunistas. Junto a este lado desabrido del contenido, somos capaces de asistir al afecto y la solidaridad dentro del grupo familiar.  La comprensión, el diálogo, la preocupación del uno por el otro, el amor entre los miembros del grupo como fuente que todo lo supera se convierten en un ejemplo a seguir para cualquier comunidad, y es por ello, que la lectura se llena de momentos emotivos y especiales.

            Solo queda comentar la preciosa foto de la portada -en blanco y negro, como traída de otro tiempo; un encanto especial- cedida por Antonio Porras Cabrera con el Palacio de Montjuic, 1969.

            Con la famosa frase de Albert Einstein, “En medio de la dificultad reside la oportunidad”, hagamos honor a estos pliegos escritos por Antonio García Velasco, quizás en la intención de dejar la huella de la intrahistoria -tal como la llamaba Unamuno- de los pueblos, de la vida tradicional que es el telón de fondo de la historia cambiante y visible. Demos por ello la enhorabuena a su autor.