Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

RADIOGRAFÍA DEL MUNDO INTERIOR

La estructura de Llévame a casa se fundamenta en pocos personajes, los que conforman una familia rural de un pueblo: un padre, una madre, una hija y un hijo, además de unos pocos de amigos del último. Eso es todo.

Por Paco Huelva

Llévame a casa

Jesús Carrasco

Barcelona, Seix Barral, 2021

Después de Intemperie, su primera obra, que fue traducida a veintiocho lenguas y llevada a la pantalla con éxito por Benito Zambrano, las novelas de Jesús Carrasco se esperan como agua fresca, como un algo nuevo en la forma de decir, de contar las cosas. Ocurrió también Con la tierra que pisamos y, desde luego, pasará con Llévame a casa.

Jesús Carrasco nos cuenta, con una profundización psicológica que el lector es capaz de captar, de sentir en carne propia, en las asaduras que nos conforman, y que nos hace ser seres irrepetibles pero a su vez universales, hermanados si lo desea a un clan, ligados a la otredad por pequeños detalles tan sutiles como el espacio en que uno creció, los olores propios de la casa familiar o la abundancia o escasez de recursos a las que tuvo o no acceso.

La estructura de Llévame a casa se fundamenta en pocos personajes, los que conforman una familia rural de un pueblo: un padre, una madre, una hija y un hijo, además de unos pocos de amigos del último. Eso es todo. El desarrollo emocional e introspectivo de ese cuadrilátero cargado con sus dudas y certezas. Desconozco cuánto tiene de autobiográfico lo que acontece, pero, lo que es evidente, es que la incisiva radiografía que hace Carrasco del mundo interior que vertebra la novela induce a pensar en la tal cosa. El relato de los hechos es tan cercano, tan común a todos, que pocos lectores habrá que no se vean reflejados.

La muerte del padre, el acercamiento de un Alzheimer galopante en la madre y la necesidad irrevocable de tener que cuidar de la misma ante la incapacidad de que pueda hacerlo ella sola, pone en una situación límite a los hermanos, separados de ella por el fluir de la vida y de las necesidades de cada cual, uno en Edimburgo y la otra en Barcelona y con un traslado inminente a Estados Unidos por cuestiones de carácter profesional.

El universo creado por Jesús Carrasco en Llévame a casa es mi universo y sus avatares los míos. Y, seguro estoy, que buena parte de ellos serán los suyos si lee la misma.

Alguien dirá que la novela dice poco, pero, se equivocará, porque la novela muy por el contrario lo dice todo: todo lo que es estrictamente necesario no perder de vista ni olvidar.

La subjetividad que nos conforma, hecha de conocimientos adquiridos de forma académica, consuetudinaria o vivenciales, nada puede hacer ante lo evidente: el declive que lleva a la enfermedad y la posterior muerte de las personas que nos dieron la vida.

Una novela para aconsejar a quienes se quieren.