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PRIMERAS PINTURAS, PRIMEROS BALBUCEOS

La pintura prohibida de seres humanos y de depredadores, es decir, el tabú mismo que nadie sabe de dónde procede ni qué utilidad tiene pero se sigue respetando y de cuya transgresión vienen todas las desgracias y maldiciones.

Por Miguel Arnas Coronado

José Vicente Pascual

El alma en la piedra

 Madrid, Pámies, 2020

Una tribu que ya no es nómada. Cazadores-recolectores pero sedentarios. Es novela histórica, sí, mas ¿qué historia si hablamos de la prehistoria? Esa es la maravilla de esta obra: que siendo histórica es totalmente producto de la imaginación y ficción del autor, aunque para su escritura se haya basado en los múltiples estudios etno y antropológicos que existen sobre aquella época que abarca aproximadamente entre los 15000 y los 10000 años antes de nuestra era.

Dos son los seres alrededor de quienes sucede esta historia, aunque a su vez alrededor de ellos existan otros tantos personajes que enriquecen el cuento. Esos dos seres son una osa y un humano que pinta en las paredes de la cueva los animales cazados y comidos. La osa se convierte de depredadora en presa y es abatida. El hombre, depredador, deviene presa tanto para otra osa que aspira vengar la muerte de la anterior, como para otros humanos habitantes del llano y caníbales. Esta es la aventura que José Vicente Pascual sabe describir, ambientar e intrigar con ella al lector.

Pero hay una reflexión sobre temas aparentemente secundarios aunque vitales. La pintura prohibida de seres humanos y de depredadores, es decir, el tabú mismo que nadie sabe de dónde procede ni qué utilidad tiene pero se sigue respetando y de cuya transgresión vienen todas las desgracias y maldiciones. El respeto del clan por quien conoce esos tabús, el chamán, el anciano, que ejerce su poder de forma acertada a veces y equivocada las más. El miedo, constante en los miembros del clan Tiznado, de ser devorados, sea por animales, sea por otros hombres. El deseo de reproducción, tanto en hombres como en mujeres. El papel de ellas como dueñas de esa reproducción deseable y de los secretos de la curación, el alimento y del lenguaje. El odio ancestral de ese clan del llano, odio y deseo de muerte que no procede solo de la antropofagia, ni tampoco de la competencia, sino de algo desconocido, antiguo, mistérico. A fin de cuentas, ¿qué pasó en la guerra serbo-bosnia?: odios con quinientos años de antigüedad, recuerdos de algo que nadie puede recordar por haber sucedido entonces. 15000 años después sigue pasando lo mismo.

Todos esos ingredientes conforman una novela magistral que atrapa, de la que se goza y que intriga. El autor, de larga trayectoria literaria, se ha lucido una vez más y nos ha seducido con su cuento de humanos primitivos.