Por Miguel Ángel Jiménez Aguilar
Luis García Montero
Las palabras rotas
Barcelona, Alfaguara 2019
En este ensayo, directo y crítico, Luis García Montero trata de desentrañar los entresijos y las mentiras de la que denomina «sociedad industrial del miedo», que nos abruma con noticias de tragedias mediatizadas e impiden el sosiego en nuestra intimidad.
En el contexto del mundo mercantilizado, competitivo y acelerado «de palabras de consumo y días de usar y tirar», estas se revelan y se rebelan como un arma de resistencia, como una vía para discernir la verdad, lejos de los falsos predicados de la política y de «un capitalismo basado en la impunidad, la desigualdad y la avaricia». Y para que sean eficaces, el ensayista y poeta propone recuperar los vínculos entre la razón y el sentimiento.
Tras la guillotina –a su juicio el primer invento técnico de las sociedades con aspiraciones democráticas, que previamente habían convertidos en necesarias palabras como libertad, igualdad y fraternidad– el devenir histórico ha dado en crear nuevas tecnologías que apenas si han servido para depreciar el valor de otras tantas palabras como vínculos, amistad y compromiso.
Surge así la literatura como el espacio propicio para «conservar una biografía», para «mantener el sueño y la memoria, el relato humano en los tiempos veloces de la mercantilización, del consumo efímero». La poesía, en definitiva, con su «historia, sedimentos, lentitud y complicidades», como «un camino de depuración ética», como una negativa a «la miserable mercantilización del tiempo», pero también como un diálogo con los clásicos, con conciencia del valor de lo presente.
De la cultura del entretenimiento, poco educacional, moral y crítica, resulta una «servidumbre recreativa para el sujeto vacío del consumo», quien acabará siendo humillado y marginal para el poder. Tal hecho quedó de manifiesto a lo largo del siglo pasado, cuando a la técnica, la ciencia y las humanidades se les presentó el reto de continuar «el relato humano como búsqueda de sentido» a través de la palabra.
En este punto y sin renunciar a su vivencia como escritor, García Montero realiza un recorrido por la historia de nuestra literatura y nuestra filología más recientes, que hicieron frente a los dictados de la literatura y la filología oficiales, las cuales intentaban «borrar la memoria sentimental de la Guerra Civil» y alejaban «a los españoles de la herencia republicana», sobre todo en el período de «docilidad» que comenzó a vivir este país en los años de prosperidad económica.
El ensayo termina con una confesión, la de que la poesía sirvió al autor para librarse de la especulación y el consumo; con un «Diálogo con Juan de Mairena», que le lleva a recordar que para ser un yo bueno o un nosotros buenos es necesario tener «conciencia sentimental de ser un don Nadie», un simple ser humano; y una vindicación de la necesidad de recuperar «unas pocas palabras verdaderas».