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HEROÍNAS OCULTAS. MUJERES ESCRITORAS Y ARTISTAS EXCLUIDAS POR LA HISTORIOGRAFÍA, DE INMACULADA GARCÍA HARO

Por F. MORALES LOMAS

Colección Alas Ensayo (Málaga)

Heroínas ocultas de Inmaculada García Haro es un libro necesario. Como lo son todos aquellos que tratan de subvertir el canon creado por una misoginia histórica al albur de una cultura patriarcal que ya en la época en que vivimos es completamente arcaica.

Alabamos, pues, estos trabajos que dan claridad sobre un conjunto de escritoras y artistas no suficientemente conocidas e incluso olvidadas. No obstante, habría que advertir como decía muy irónicamente Borges en su momento que tarde o temprano “Todos caminamos hacia el anonimato, solo que los mediocres llegan un poco antes”.

La historiografía sobre la labor de la mujer está por hacer y lo que se puede y se debe hacer en esta época, como hace García Haro, es recuperar su memoria e insertar a estas creadoras en el lugar que se merecen. 

El libro está estructurado como un recorrido histórico por estas grandes mujeres (sobre todo literatas y pintoras o escultoras), con una introducción y siete capítulos: Las primeras aproximaciones en la prehistoria y la antigüedad, la Edad Media, El humanismo, El siglo de Oro y la repercusión de la contrarreforma, el siglo XVIII y la eclosión de las mujeres creadoras, El siglo XIX y el malditismo activo y el siglo XX y el influjo de las vanguardias.

Ya en la introducción se nos advierte que “la historia del arte y la literatura renunciaron a incluir a las mujeres, creando el canon exclusivamente masculino que ha perdurado hasta nuestros días” (p. 12). Y se advierte del malditismo fraguado en las religiones patriarcales y en la misoginia de grandes pensadores como Aristóteles, Erasmo, Rousseau o Nietzsche. Y se pregunta, ¿por qué ese afán de ocultar lo femenino, de condenarlo? Imputándolo al mito de Eva y la religión pero también a la evolución histórica de la patrística. Y subraya especialmente a Virginia Woolf como una de las grandes escritoras que inicia el debate sobre la literatura femenina.

En el primer capítulo recalca que un 75% de las pinturas de la antigüedad fueron hechas por mujeres, y la relevancia de algunas como Enheduanna, sacerdotisa y poeta sumeria. Y, desde luego, a la gran poeta Safo en el siglo VII a. C. Son dos ejemplos iniciales que revelan ya un estadio importante del problema.

En el capítulo segundo nos descubre a la pintora Ende, la primera pintora de España a finales del siglo X; a Hildegarda de Bingen, monja abadesa del siglo XII, la única mujer que tuvo el privilegio de predicar en iglesias y plazas públicas; Eloísa de Paracleto, que vivió la intensidad del amor en el siglo XII y fue recluida por ello, cuyas cartas son de gran calidad literaria; Christine de Pizan, poeta e historiadora de Venecia, aunque muy afrancesada, del siglo XIV.

De gran importancia el apartado dedicado a las primeras escritoras españolas en el siglo XV como Leonor Carrillo de Córdoba, autora de Memorias (1402); Teresa de Cartagena, con obras como Arboleda de enfermos; Isabel de Villena, que escribió Vita Christi y, desde luego, Margarita de Navarra; pero también las poetas del Al-Andalus entre las que destaca a Wallada Bint al Mustakfi.

El capítulo III enfatiza la crítica de Erasmo a las mujeres, a las que trata como locas o dementes, Luis Vives, Castiglione…, en un recorrido misógino muy de época. Pero incide entonces en La Latina, Beatriz de Galindo, al servicio de Isabel la Católica que bien la estimaba y, desde luego, en la artista italiana Sofonisba de Anguissola, autora del retrato de Felipe II del Prado, atribuido a Juan Pantoja de la Cruz.

En el capítulo IV, uno de los más extensos, resalta especialmente a varias mujeres en las que se centra con mayor intensidad: María de Zayas, Ana Caro, Aphra Bent, Luisa Roldán, Artemisia, Clara Peters y Judith Jans Leyster. Es un periodo complejo tomado por la Contrarreforma, pero también con una gran importancia de escritoras, como la hija de Lope de Vega, Marcela de San Félix, también dramaturga o Luisa de Carvajal y Mendoza; pero también Mariana de Carvajal, Feliciana Enríquez de Guzmán o Cristobalina Fernández de Alarcón.

De especial interés son las referencias a las novelas de María Zayas que gozaron de gran éxito en la época y fue una adelantada a su tiempo. De Aphra Bent destaca su compromiso en la lucha por los derechos de las mujeres, y de Luisa Roldán, su gran labor como escultora.

Ya en el capítulo V, dedicado a la revolución, señala a tres mujeres que realzan su obra: Rosalba Carriera, Angelika Kauffman y Elizabeth Vigée-Lebrun, a las que dedica varias páginas. De esta última destacaba las palabras de Beauvoir en su obra El segundo sexo: “Vigée Le Brun entre las artistas narcisistas, preocupadas, según ella, solo por la afirmación de sí mismas”.

De especial interés el capítulo centrado en las filósofas y escritoras francesas pero también el juicio negativo de Rousseau sobre ellas, a las que no les reconoce la igualdad, como tampoco lo hacía el Código Civil de Napoleón.

Elogia a Marie Gouze como una de la mujeres que defendió esa libertad e igualdad, guillotinada finalmente. También se destacan a las mujeres pintoras españolas durante este periodo y especialmente a la poeta y dramaturga María Rosa de Gálvez, cuya muerte a los 38 años está llena de misterio y cuya dramaturgia fue representada con éxito en la época.

El recorrido por el siglo XIX nos permite descubrir  a Elysabeth Butler, autora de grandes lienzos y a Rosa Bonheur, pero es un periodo, el de aparición del capitalismo en que, como decía Ángeles Caso, se trató de esconder a las mujeres, si bien ellas intentaron más que nunca evitar el silenciamiento.

Así, habrá mujeres muy presentes, como la poeta Elizbeth Sidal, Lizzie, Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Pardo Bazán, López de Ayala, Rosario Acuña, Clara Trueba… y sobre todo Camille Claudel, que conoció a Rodin y suplió las clases de su amigo el escultor Alfred Boucher, aunque tuvo un triste final tras pasar treinta años confinada en un manicomio antes de morir.

Durante el XX la importancia de la mujer en las artes plásticas, la literatura y el pensamiento va en ascenso a medida que las condiciones sociales se muestran más favorables por el auge del feminismo y los movimientos que defienden un modelo social basado en la igualdad. Pioneras en este sentido son poetas sudamericanas como la Nobel Gabriela Mistral, Ibarbouru o Storni, a las que dedica un buen número de páginas; y sobre todo a las “sin sombrero”, las escritoras de la Generación del 27: Concha Méndez, Ernestina de Champourcin, María Teresa León (son las que destaca la autora), pero ha querido poner solo un ejemplo; y sobre todo la pintora Maruja Mallo, que tanta relación tuvo con Miguel Hernández o Alberti. Y, finalmente, la fotógrafa y pintora Dora Maar que a partir del 35 tendrá una relación intensa con Picasso.

Es evidente que Inmaculada García Haro hace un recorrido con algunos ejemplos y no existe un afán de exhaustividad porque la obra hubiera sido de grandes proporciones. Y existen autoras muy relevantes que podrían haber tenido alguna consideración. Por poner solo unos cuantos ejemplos relevantes, citaríamos a Murasaki Shikibu (970-1016) con El viaje de Genji (Genji monogatari), que se ha considerado la primera novela de la historia, o Sor Juan Inés de la Cruz. Pero también casos tan reveladores como el de Mary Wollstonecraft Shelley, la autora del Frankenstein, Jane Austen, las hermanas Brönte, Emily Dickinson, Cecilia Böhl de Faber (la Fernán Caballero española)… Y, evidentemente faltan muchas grandes pensadoras y escritoras como Hannah Arendt o María Zambrano, por poner solo dos ejemplos.

El objetivo de Inmaculada García Haro ha sido mostrar ese proceso de confinamiento histórico de la mujer, aunque ya en el epílogo nos advierte que desde los últimos veinte años la participación de la mujer no solo está de moda sino que “ellas están logrando adoptar la suficiente competitividad para estar a la altura de los hombres”.

En definitiva, Heroínas ocultas de Inmaculada García Haro es una obra necesaria que se convierte en una especie de altavoz social y pone el énfasis en un grupo de mujeres extraordinarias que han creado un canon a tener en cuenta en las letras y el arte mundial.