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EL LATIDO SIEMPRE JOVEN

Es este libro un puente que traza la autora con ese futuro— expectante— que decíamos y con el pasado, que vamos abandonando entre nostalgia, alegría y tristeza a un mismo tiempo

Por Sergio Arlandis

Mariluz Escribano
Geografía de la memoria
Valencia, Calambur, 2018

El siglo XXI será escrito por mujeres: ¿alguien lo duda? Suya será, por fin, la palabra, la tarima, la Historia con mayúsculas. Y Mariluz Escribano Pueo será— y es— una de sus voces principales dentro del nutrido coro poético que está forjando la esperanza y el cambio. Y esto no es nuevo para la tan celebrada poeta granadina: su trayectoria es la suma de inquietudes y luchas, de resistencias y de rebeldías; por tanto, su poesía no puede ser más que fiel testimonio de tan genuina personalidad, de pensamiento inconformista y punzante, de esa inteligencia capaz de reunir, sin estridencias ni contradicciones, la emoción y el razonamiento en su justa balanza. Esto es característico de toda su trayectoria, pero se hace más tangible y notorio en su último libro, Geografía de la memoria, publicado en la célebre editorial Calambur, con una cuidada presentación y una portada capaz de ser reflejo fiel de unos versos inigualables.
Es este libro un puente que traza la autora con ese futuro— expectante— que decíamos y con el pasado, que vamos abandonando entre nostalgia, alegría y tristeza a un mismo tiempo: no es un libro de alguien mayor, en vísperas de la noche honda, sino de una joven que aún sigue latiendo en la quietud de un cuerpo que no rueda al son de la luz diaria, a pesar de las ruedas que lo guían. No es tampoco un mapa, ni pretende serlo: es geografía porque existe un reconocimiento de los accidentes naturales que ocupa el yo, y ha ocupado y pretende ocupar. Y es memoria porque la reflexión es la única arma que le permite resistir ante el avance incansable de una vida que va, poco a poco, cerrando etapas.
No es triste ni elegíaco, pero en cada verso podemos sentir la profunda elegía y una mácula de tristeza, porque no hay esperanza que se levante sin antes haber renunciado a algo. Ese es el precio de este despertar súbito: un poemario con seis cuidadas partes, que nos llevan por jardines, casas, senderos, regresos y vientos, con los bosques siempre en guardia y con el mordisco de la vida como eje principal de tanto ir y venir. Recorrer el recuerdo es, entonces, darle un rumbo al constante extravío del presente, poner tus pies sobre la certeza de haber vivido, caminado, naufragado y sobrevivido. Todo esto es Geografía de la memoria. Y diría que aún nos quedaría por ver cómo ese recorrido por una misma se ha trenzado con la palabra poética como baluarte y con el sueño profundo como amenaza del olvido. Hacer un libro mejor de poemas es casi imposible.