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DRAMATURGOS ESPAÑOLES ENTRE DOS MILENIOS

n el libro, el capítulo introductorio está lleno de observaciones interesantes y ofrece una visión de las novedades que ofrece el moderno teatro español, pero en la nómina de autores citados se echan de menos nombres como el de Enrique Morón o el de Antonio César Morón Espinosa.

Por Fernando de Villena.

Dramaturgos españoles entre dos milenios

Francisco Morales Lomas

Barcelona, Anthropos, 2020

            La literatura de la Transición Española y la de estos cuarenta y cinco años de democracia ha sido un agitado rompeolas de tendencias, innovaciones, propuestas, luchas e ilusiones y sólo ahora llega, como en el siglo XVIII tras los siglos de Oro, el momento de la recapitulación, la puesta en orden, la caída de algunos nombres y la reivindicación de otros. En suma: ese periodo fascinante ha pasado a ser historia y por ello se encuentra ya en manos de los historiadores. Se empieza, pues, a escribir lo sucedido en este periodo y, a falta todavía de una obra objetiva y de conjunto, empiezan a publicarse monografías dedicadas a los diferentes géneros. Entre éstas, merece hoy nuestra atención este volumen

            En el libro, el capítulo introductorio está lleno de observaciones interesantes y ofrece una visión de las novedades que ofrece el moderno teatro español, pero en la nómina de autores citados se echan de menos nombres como el de Enrique Morón o el de Antonio César Morón Espinosa. Este último, figura como crítico literario, pero no como autor de numerosas obras dramáticas que enlazan tradición y vanguardia con gran acierto.

            Se acomete luego el estudio de las obras de José Sanchís Sinisterra y su intento de aplicar una perspectiva poética en las piezas teatrales. Pasa el crítico a continuación a hablarnos del dramaturgo Alfonso Zurro, de su empleo de la ironía, su gran imaginación y su realismo crítico y de sus temáticas: la  religiosa o las de temas actuales.

            Varios son los estudios que se dedican a José Moreno Arenas, uno de nuestros autores con mayor proyección internacional, creador de las llamadas “pulgas dramáticas” y de las didascalias”, obras unas y otras muy breves de matiz provocador, de carácter satírico y alegórico, y fuertemente comprometidas con su tiempo. Moreno Arenas es también autor de tres obras de mayor extensión, de las cuales la titulada “Federico en carne viva” está cosechando grandes éxitos.

            En otro capítulo, el crítico sostiene que el humor y la ironía en Moreno Arenas es connatural y en Alonso de Santos aparece unido a cierta nota acibarada. De Jerónimo López Mozo se analiza su obra “Ahlán” sobre el tema de la inmigración, a la que el crítico considera paradigma del “Humanismo Solidario”. Con un lenguaje hiperbólico, Antonio Martínez Ballesteros cultiva un teatro esperpéntico y del absurdo, muy crítico con el poder.

            Finalmente, en una Adenda, varios profesores y dramaturgos hablan sobre el “Teatro caníbal” de Morales Lomas caracterizado por su abundante intertextualidad, propia de la gran cultura del autor, por su humor hiperbólico, sus paradojas y su estilo natural y cercano. Un canibalismo en línea con el de Quevedo o Valle aplicado a la sociedad de nuestro tiempo.